Detestamos cometer errores. Nos gustaría hacerlo todo siempre bien a la primera, pero también nos gustaría volar, y no podemos. Lo saludable es aceptar que vamos a cometer errores. Para ello puede ser útil tener a mano una caja de herramientas que nos ayude a gestionarlos cuando sucedan. Es importante aprender de los errores para seguir creciendo personalmente.
Esto no quiere decir que los errores no nos vayan a doler. En realidad, siempre vamos a sentir cierto grado de malestar, y es importante aprender a gestionarlo: aceptar el dolor, convivir con él el tiempo que necesitemos, no intentar evitarlo.
Tres cosas que no nos ayudan cuando cometemos un error
- Sobregeneralizar. A veces, al cometer un error concreto generalizamos de tal manera que acabamos pensando que no valemos para hacer aquello que nos habíamos propuesto. Dudamos de nuestras capacidades y esto termina afectando a nuestra autoestima.
- Pasarnos de tremendistas. Es importante no hacer el problema más grande de lo que es. Debemos intentar analizar la gravedad del error cometido con justicia. Es conveniente no establecer una dicotomía del todo o nada, sino medir con una escala de grados donde, por ejemplo, el 1 sea extraordinario y el 9 terrible. Cometer un error nos fastidia, sí, pero debemos tratar de que esa emoción no se haga más grande magnificando la gravedad de haberlo cometido.
- Fustigarnos. Pensar que no deberíamos haber cometido ese error, por ejemplo, y centrarnos en esa idea y castigarnos por nuestra incompetencia, en lugar de observar las causas y aprender para la siguiente.
Tres razones para aceptar los errores
- No rompe platos quien no los friega. Si hemos cometido un error es porque hemos asumido una responsabilidad. La única manera de no cometer errores es no hacer nada. Los errores, por tanto, forman parte de todas las vidas interesantes.
- Tenemos derecho a equivocarnos, entre otras cosas, porque no equivocarse nunca es imposible. Los errores forman parte de los procesos de aprendizaje, son necesarios. Lo sano, por tanto, es asumir que los errores son propios de la vida y verlos dentro de un marco más amplio, como es el del proceso de aprendizaje. Recuerda: unas veces se acierta y otras se aprende.
- Hay dos formas de aprender: el modelado y el moldeamiento. Es decir, a través del ensayo y error, o por imitación. Casi todos los aprendizajes se hacen mezclando ambas vías. Primero observamos cómo lo hacen otras personas y luego probamos, acertando o no. Sin embargo, hay veces que no tenemos la oportunidad del modelado, por lo que sólo nos queda el moldeamiento. Lo cual nos da, evidentemente, más posibilidades de error. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, cuando somos valientes, cuando inventamos nuevas maneras de hacer, lo normal es cometer errores. Lo importante es ir aprendiendo de ellos. Recordemos la frase de Tomas Edison: “La bombilla es un invento de mil errores”.
Tres últimas cuestiones a tener en cuenta a la hora de afrontar un error:
- Si usamos los errores para aprender, lo estaremos haciendo bien. Una buena gestión del error pasa también por el autoreconocimiento y el refuerzo. Reconocernos el mérito cuando hacemos frente a los errores y sacamos aprendizajes en positivo forma parte de la motivación y es, por tanto, una buena actitud ante la vida.
- Conviene diferenciar los errores de las críticas. Conviene que nos planteemos si realmente hemos cometido un error o si lo que ocurre es que otras personas consideran que hemos hecho algo mal. Esto es importante, porque ante una misma situación puede haber diferentes maneras de actuar, y que todas sean válidas. En estos casos no se trataría de afrontar un error, sino de afrontar una crítica.
- Aunque en general afrontemos bien los errores que cometemos, puede que haya algunos que no somos capaces de olvidar, con los que nos atormentamos de vez en cuando. A veces el cerebro nos recuerda ciertas cosas que nos resultan dolorosas, simplemente para que no volvamos a meter la pata en el mismo sitio. Conviene recordar que el cerebro está mejor preparado para nuestra supervivencia que para nuestra felicidad.