El efecto Dunning Kruger

o por qué tu abuela decía que la ignorancia es muy atrevida

«La ignorancia es muy atrevida» es una expresión popular que retrata muy acertadamente el conocido en el ámbito de la psicología como efecto Dunning Kruger. Cuando empezamos a aprender algo nuevo, tenemos la sensación de que sabemos mucho, pero suele ser porque ignoramos la complejidad y la profundidad del tema que nos ocupa.

Así pues, el efecto Dunning Kruger es un sesgo cognitivo que lleva a las personas con un nivel de competencia bajo a sobreestimar su capacidad y, por tanto, a aumentar su confianza; y a los individuos altamente competentes a subestimar su habilidad en relación con la de otros.

Los psicólogos David Dunning y Justin Kruger describir el efecto que lleva sus nombres y que se ve más claramente en la siguiente gráfica:

El efecto Dunning Kruger describe el proceso de aprendizaje. Al principio tenemos pocos conocimientos pero, al tratarse de algo nuevo, lo comparamos con el conocimiento anterior -que era cero- y nos da la sensación de que sabemos muchísimo. Esa fase se conoce como «monte de la ignorancia». Según avanzamos en el aprendizaje, nos damos cuenta de que la materia es bastante más compleja de lo que pensábamos, y de que nos queda mucho camino por recorrer. Esa fase se conoce como «valle de la desesperación». Sabemos más que antes pero nuestra confianza es bastante menor.

Después, seguimos avanzando en el aprendizaje, y recorremos el «camino del saber» hasta llegar a la «meseta de los gurús», que es el momento en el que la confianza se sustenta, esta vez sí, en amplitud de conocimiento.

La fase previa, la del camino del saber, es la fase en la que se suelen encontrar las personas que sufren el síndrome del impostor. Sus conocimientos son amplios pero aún les quedan cosas por aprender y, en cualquier caso, su confianza está por debajo de lo que debería.

El efecto Dunning Kruger es el responsable de que las personas más competentes tiendan a asignar tareas difíciles a otras que no tienen la habilidad suficiente para completarlas, creyendo que son sencillas de realizar. Por su parte, los individuos incompetentes tienden a acometer tareas para las que no están preparados, y muchas veces no son capaces de reconocer sus errores.

Estas actitudes, que vienen dadas por esa cierta distorsión de la realidad suelen terminar provocando malas relaciones laborales e incluso problemas de producción. Para evitarlas, es importante que las personas que dirigen los equipos lo hagan aplicando un liderazgo empático, identificando y potenciando las fortalezas de cada miembro del equipo, asegurándose de no sobreexplotarlas.

Post publicado por:

Gabriel Moral

Psicólogo sanitario especializado en inteligencia emocional y psicología positiva.


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