La aparición de conflictos dentro de la pareja es algo normal, ocurren en el ciclo vital de una relación afectiva. Para afrontar correctamente los conflictos de pareja, lo importante es tomar en cuenta la forma en la que nos comunicamos con la persona a la que queremos.
Herramientas para afrontar los conflictos de pareja:
En primer lugar, aseguraos de estar en un lugar tranquilo donde podáis escucharos. Esta variable ambiental es determinante para favorecer estados de calma que ayuden a la comunicación.
Procurad definir qué es lo que estáis sintiendo en ese momento y qué es lo que se quiere resolver. Antes de escalar en el conflicto, es importante que de manera explícita ajustéis entre ambos el tema o los temas a solucionar. Explicad cómo os sentís, pero sin buscar responsables, recordad que todas las emociones son válidas.
Una vez puesto sobre la mesa todo lo anterior, mencionad qué es lo que necesitáis que se haga diferente. Buscad y explorad juntos alternativas del “cómo” de la solución del problema y elegid las más válidas. Lo ideal es encontrar una posible solución conjunta y establecer un compromiso de mejora por las dos partes.
Otro aspecto a tener cuenta en estas situaciones, es controlar el estilo comunicativo que se utiliza en una discusión, tanto el tipo de lenguaje verbal como no verbal que utilizamos para dirigirnos a nuestra pareja.
Cuando habléis, miraos a los ojos. Esto será una señal de respeto y de confirmación de que estás escuchando y que valoras todo lo que está diciendo. También, sed pacientes y esperad a que la otra persona termine de hablar para poder dar el punto de vista propio. Vigilad vuestro lenguaje corporal para aseguraros de que es neutral: nuestros gestos pueden decir en muchas ocasiones más que las propias palabras.
Es posible que, por la tensión del momento, la capacidad de atención disminuya y no se entienda todo lo que quiere hace llegar la otra persona. Intentad realizar preguntas de aquello que no entendáis y no hagáis sobreinterpretaciones. Por ejemplo, si alguien te dice que tu hermana es muy gritona, y tú interpretas que tu hermana no le cae bien, estás sacando tus propias conclusiones y sobreinterpretando sus palabras.
Por otro lado, evitad mencionar asuntos del pasado que no tengan que ver con el conflicto actual. Evitad también culpar de todo a la otra persona.
El instante álgido de la emoción predominante (enfado, frustración, ira, etc…) es el peor momento para solucionar un conflicto. Esperad a que vuestras emociones “se enfríen” para controlar mejor vuestros pensamientos y poder resolver así mejor el conflicto. Si no lo hacemos, sentiremos esa sensación de descontrol y corremos el riesgo de cometer el error de decir sin filtros todo lo que se nos pase por la cabeza.
Tened precaución con aplicar el castigo de la indiferencia, la llamada ley del hielo. ¿Qué es la ley del hielo? Es el acto consciente de dejar de hablar a una persona. Dejarle de hablar por completo o hacerlo de una forma mínima y mecanizada, es una forma de violencia.
Además, conviene evitar compartir la discusión con el entorno para crear aliados. El resultado será escalar en la hostilidad del conflicto y hacer sentir vulnerable o indefensa a la otra persona. Es importante contar con las personas de nuestro alrededor con el objetivo de analizar el problema y resolverlo, pero nunca para crear alianzas o para buscar que refuercen todas nuestras ideas.
Como decíamos, cualquier pareja puede pasar por una crisis o tener problemas, en todas hay conflictos de mayor o menor grado. Las crisis pueden ser puntuales o mantenerse en el tiempo sin encontrar soluciones. Lo interesante es no evitar estos conflictos y encontrar soluciones para que no se quedan enquistadas. Recordad lo siguiente: “si mi pareja gana, yo también gano” y “si mi pareja pierde, yo también pierdo”.