Prevenir el suicidio en la adolescencia se ha convertido en una tarea urgente para nuestra sociedad. La pandemia de Covid-19 trajo consigo un empeoramiento más o menos general de la salud mental de la ciudadanía. Tanto es así, que la tasa de suicidios ha aumentado notablemente en los últimos meses, especialmente entre la gente joven. De hecho, el suicidio se ha convertido en la primera causa de mortalidad entre los 14 y los 29 años.
Sin embargo, el suicidio sigue siendo un tema tabú, porque sigue pesando el miedo -equivocado- a que hablar de él genere una especie de efecto llamada. En Idealoga defendemos la alfabetización emocional en centros escolares para que los chicos y chicas aprendan a gestionar sus emociones de una manera saludable. Del mismo modo, esa alfabetización es necesaria para que el profesorado y las familias sepan no sólo acompañar adecuadamente sino también gestionar de manera correcta las suyas propias.
Por supuesto, en esa alfabetización emocional cabe hablar de suicidio. Las personas adultas debemos ofrecerles un espacio seguro en el que sepan que pueden hablar de cualquier dificultad. Sin embargo, debemos diferenciar los casos en los que no hay riesgo, donde el adolescente no verbaliza nada sobre el tema del suicidio, de los casos en los que hablen de manera proactiva sobre el suicidio, o incluso manifiesten ideas suicidas. En estos últimos, es importante recurrir a una persona profesional que sea capaz de evaluar el riesgo existente y determinar las medidas de prevención necesarias de manera conjunta con la familia. En situaciones tan delicadas, no conviene que la familia intervengan sin ayuda de un profesional.
Muchas veces las familias no saben cómo actuar o a dónde ir en un primer momento. Nuestra recomendación es acudir al servicio sanitario de urgencia a exponer el caso.
Lo mejor que podemos hacer para prevenir el suicidio en la adolescencia es atender a sus necesidades emocionales. No asumir que la tristeza es un estado natural en esa etapa de la vida, y ayudarles a superar la depresión en caso de que aparezca, por ejemplo, son dos cuestiones fundamentales. Otra tarea muy importante para prevenir el suicidio es estar alerta y no pasar por alto las señales que nuestros hijos e hijas nos mandan, y que son, en realidad, llamadas de auxilio.
Llamadas de auxilio antes de llevar a cabo un intento de suicidio
Hay algunas señales que pueden alertarnos y a las que conviene prestar atención. Por ejemplo, debemos estar pendientes de los cambios fuertes en los hábitos, como aislarse repentinamente en casa cuando es una persona sociable.
Por otro lado, el cambio en los patrones de sueño, la incapacidad para concentrarse en tareas rutinarias, en los hábitos de alimentación, el miedo a perder el control o la sensación de que nada cambiará, de que las cosas no van a mejorar, así como una baja autoestima, no tienen porqué conducir a ideas suicidas, pero pueden ser síntomas de una depresión. En este caso, la ayuda profesional puede ser fundamental para evitar mayor sufrimiento.
En caso de verbalizaciones del tipo “todo el mundo estaría mejor sin mí”, “nadie notaría mi ausencia”, o incluso frases como “yo quisiera dormir y no levantarme jamás”, o “quisiera irme lejos y no volver nunca”, la alerta debe ser tenida en cuenta y conviene actuar con rapidez, solicitando ayuda profesional.
Es fundamental no señalar, juzgar ni reñir. En eso consiste validar sus sentimientos. No podemos decir cosas del tipo “en mi época me habría gustado verte”, o “tú que lo tienes todo ¿te estás quejando?”. Todo anuncio de intención suicida debe ser tomado en serio.
¿Cómo prevenir el suicidio?
Es importante entender que el deseo de quitarse la vida no tiene una sola razón. Las crisis son situaciones en las que una persona siente que no tiene capacidad para resolver un problema que le afecta. Siente, además, que su vida no tiene sentido y que no va a mejorar. Hay momentos personales, de trabajo, o familiares que pueden provocar esa crisis. Ante ellas, y ante el deseo profundo de acabar con ese dolor, para algunas personas, la muerte se puede presentar como una alternativa.
Para prevenir el suicidio es importante establecer vínculos con personas a las que apreciamos, con lugares en los que sintamos comodidad y en situaciones que nos resulten agradables. Esos vínculos son redes que, en un momento de crisis, nos pueden sostener. Por eso, desde el punto de vista familiar, es importante que exista una base que permita la comunicación, que fomente el apoyo entre sus distintos miembros. La familia debe constituir un entorno seguro al que poder acudir.