Las personas con dependencia emocional experimentan mucho sufrimiento y tienden a repetir el mismo patrón de comportamiento a lo largo de las diferentes relaciones de pareja que establecen. Estas relaciones suelen ser disfuncionales, es decir, dañinas para ambas partes. El amor mostrado por la otra persona nunca parece ser suficiente, sino que cada vez se necesitan más demostraciones de amor por parte de la pareja.
La dependencia emocional está relacionada con la imperiosa necesidad de disponer de otra persona para poder ser felices. Es decir: las personas con dependencia emocional depositan la propia felicidad y el bienestar emocional en su pareja.
Y, hablamos de “imperiosa necesidad” porque quienes sufren dependencia emocional necesitan una pareja para poder amarse a sí mismas. Necesitan de otra persona para conseguir su propia autoestima, seguridad y autorrealización.
¿Cuáles son los riesgos de la dependencia emocional?
Cuando el amor propio y el bienestar emocional dependen de otra persona, la sola idea de poder perderla se torna aterradora. De ahí que las personas con dependencia emocional tengan una necesidad constante de estar en pareja y vivan las relaciones desde el miedo a ser rechazadas o abandonas, por todo lo que “perderían” con el fin de la relación.
Esta dependencia puede implicar riesgos de más o menos graves, como, por ejemplo, olvidarnos de nuestras propias necesidades. Cuando mantenemos una relación de dependencia emocional tendemos a anteponer los deseos de la otra persona a los nuestros, pero no desde el amor sino, como decíamos, desde el miedo a perder a la otra persona. Esto puede llevarnos, con el tiempo, a darnos cuenta de que hemos desatendido los propios deseos o necesidades, creándonos malestar y frustración.
Otro riesgo, que señalábamos al comienzo del artículo, es que cuando la pareja se convierte en el centro de nuestra vida, como ocurre en los casos de dependencia emocional, depositemos nuestra felicidad en sus manos. Esta situación puede incrementar el miedo a perderla, ya que si la relación se terminara, sentiríamos que también desaparecería cualquier posibilidad de ser felices.
Un riesgo importante es que, al depender nuestra autoestima de la otra persona, puede costarnos salir de relaciones dañinas. En las relaciones de dependencia emocional se necesita de la pareja para construir la propia autoestima, que se sostiene en función de lo que la pareja nos devuelve. Esta situación hace que necesitemos de la otra persona para sentirnos bien con nosotros/as mismos/as, lo que dificulta todavía más poder terminar con relaciones dañinas, ya que nos hemos vuelto “dependientes” del feedback y refuerzo del otro.
¿Cómo sé si tengo dependencia emocional?
Hay tres preguntas que pueden ser clave para identificar si existe esa tendencia a la dependencia emocional:
- Cuando no estás en pareja, aunque sea desde hace poco tiempo ¿sientes una necesidad imperiosa de tenerla? Es decir, cuando estás soltero/a ¿experimentas un sentimiento de vacío y soledad muy elevados que te llevan a buscar pareja casi de manera constante?
- Cuando por fin estás en pareja ¿sientes que por fin puedes ser feliz y experimentas una necesidad muy elevada de la otra persona? Es decir, que ¿tu vida gira en torno a ella y la sola idea de separación te aterroriza?
- Además, el temor al rechazo o abandono, ¿te lleva a la necesidad constante de reafirmar que tu pareja te quiere y exiges continuas y cada vez mayores muestras de amor?
Si tu respuesta a una o varias de estás preguntas es un sí rotundo y, además, vives las relaciones de pareja con un elevado sufrimiento, es posible que tiendas a la dependencia emocional. Si es así o tienes dudas, te animamos a que solicites ayuda profesional, ya que cuanto antes lo hagas, más fácil será de abordar.
Post publicado por:
María Hernández Guzmán
Psicóloga clínica, especializada en habilidades de regulación emocional.