El mindfulness es una práctica que se basa en ser plenamente conscientes de lo que ocurre en el momento presente, sin filtros ni prejuicios. Consiste en contemplar nuestra mente y cuerpo sin tratar de cambiar nuestra experiencia (imágenes, olores, sensaciones, gustos, pensamientos…).
En general, podemos encontrar dos maneras de practicar mindfulness:
- La práctica formal, que consiste en permanecer sentados, tumbados o de pie y, por ejemplo, centrar nuestra atención deliberadamente en la respiración.
- La práctica informal, que es aquella que podemos incluir en nuestro día a día sin tener que dedicar tiempo a parte. Consiste en prestar atención deliberada a nuestras actividades cotidianas, por ejemplo a cocinar, comer, ducharnos, cepillarnos los dientes… Al principio se recomienda elegir una actividad y tratar de llevarla a cabo poniendo en ella todos los sentidos o uno en concreto. Por ejemplo, al ducharnos podríamos poner nuestra atención en la sensación del agua sobre la piel, el aroma del gel, el reflejo de las burbujas… Y cada vez que nuestra atención se desviara a otra cosa (como pensar en lo que tenemos que hacer después), sin juzgarlo, volveríamos a redirigir la atención a las sensaciones que estamos teniendo en la ducha.
La realidad es que en la actualidad nuestra mente puede verse desbordada por el ritmo de vida que llevamos (un elevado número de actividades cotidianas, trabajos muy demandantes, muchas responsabilidades)… En definitiva, muchos temas y realidades a las que atender, junto con cada vez una mayor autocrítica y falta de empatía con nosotros y nosotras mismas. Esto hace que, aunque intentamos combatirlo, el estrés se haya instalado en nuestra vida y, por su parte, nuestra mente, se vea absorbida por remordimientos sobre el pasado (cuando por ejemplo pensamos que podríamos haberlo hecho mejor o que cambiaríamos cosas de una situación ya ocurrida), y/o por preocupaciones por el futuro (cuando por ejemplo pensamos en todo lo que tenemos pendiente por hacer o solucionar).
Para entender mejor cómo puede afectarnos el estrés en el día a día, pensemos en una situación que es habitual para muchas personas: los atascos. Cuando estamos en un atasco es posible que no seamos conscientes del impacto que el estrés. Si nos dejamos llevar por el piloto automático, nuestra reacción seguramente se caracterizará por el enfado, la impaciencia, la frustración y la preocupación. En esos casos, nuestra tensión muscular puede aumentar, también la respiración, el ritmo cardiaco y la presión arterial, así como nuestra ansiedad e irritación. El mindfulness nos ayudaría a poner consciencia en cómo nos está afectando la situación, en cómo se relaciona lo que pensamos con cómo nos sentimos física y emocionalmente y, lo que es más importante, abriría una puerta para que pudiéramos decidir sobre esa respuesta que damos en automático.
La práctica de mindfulness puede ayudar en la reducción del estrés, pues se basa en prestar atención, instante tras instante, al presente, único momento donde realmente podemos hacer cambios. Algunos puntos clave para llevarlo a la práctica serían:
- No juzgar la experiencia: se observa sin etiquetar los pensamientos, sentimientos y emociones como buenos o malos, justos o injustos.
- La mente de principiante: contemplar las cosas de un modo nuevo, movidos por la curiosidad, como si las viésemos por primera vez. Implica aprender a reconocer sin juzgar, sin querer alcanzar un determinado resultado. Siendo conscientes de la naturaleza cambiante de las emociones, sensaciones y pensamientos.
- La aceptación: se admiten las cosas tal cual son, sin querer escapar del momento presente. Sin luchar o tratar de evitar lo que sentimos.
Se trata de acompañar cualquier emoción y sensación física, siendo conscientes de que, antes o después, todo cambia y acaba desvaneciéndose. Saber que nuestros pensamientos o emociones no son hechos, ni determinan lo que somos, y entenderlos como fenómenos pasajeros y provisionales, de esta manera nos condicionarán y limitarán en menor medida.
En definitiva, mindfulness nos propone asumir un papel más activo en nuestra salud y bienestar, tomando las riendas de nuestra mente. El mindfulness tiene que ver con permitirse concentrarse en el único momento que tenemos: el presente. Por supuesto, vivir el presente de forma plena influirá en nuestra salud mental y, por tanto, en nuestro futuro.
Post publicado por:
María Hernández Guzmán
Psicóloga especialista en Psicología Deportiva, Mindfulness, Inteligencia Emocional y Coaching