El síndrome del burnout (quemado) es una respuesta habitual al estrés laboral cuando éste se da de manera crónica y prolongada. Este síndrome, también conocido como desgaste profesional, se caracteriza por la desmotivación, el desinterés, el malestar interno o la insatisfacción laboral. Suele relacionarse con profesiones en las que se da mucho trato con personas o en las que los horarios de trabajo son excesivos. Consiste en desarrollar una actitud negativa hacia el trabajo, que va acompañada de agobio, ansiedad, irritabilidad y sensación de derrota. La percepción de que es imposible ponerse al día por mucho que se trabaje, y/o de que no se tiene reconocimiento o apoyo por parte de la jefatura, pueden ser detonantes del síndrome de burnout.
Es importante señalar que el desgaste profesional o síndrome del burnout se da únicamente en el ámbito laboral. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluirá, a partir del 1 de enero de 2022, dentro de la categoría de “fenómeno ocupacional”. Esto significa que, aunque no está considerado una enfermedad laboral, se reconoce que el burnout influye en el estado de salud de las personas y que es una de las causas por las que contactamos con los servicios de salud.
Si no se le pone remedio, el síndrome del burnout puede conllevar problemas de salud más graves, como la depresión o la ansiedad. Del mismo modo, es muy posible quien lo sufre tienda a cometer errores en el trabajo y en muchos casos las personas “quemadas” terminan por abandonar el empleo. Es incluso probable que se den las tres circunstancias anteriores, una detrás de otra.
¿Cómo se evita el burnout?
La realidad es que, como muchas otras veces, en esta ocasión también “vale más prevenir que lamentar”. Así, desde el punto de vista personal, la mejor manera de evitar sufrir el síndrome de burnout es respetar los horarios laborales y practicar la comunicación asertiva para poder poner ciertos límites.
En cualquier caso, suele ser la parte empleadora la que tiene más capacidad de evitar este y otros síndromes habituales en el entorno laboral. Quienes ocupan posiciones de liderazgo deben procurar potenciar -en ningún caso sobre explotar- las capacidades y habilidades de las personas con las que trabajan. En este sentido, es fundamental promover una cultura de la organización que sea eficiente, y que practique el liderazgo empático.
Post publicado por:
Gabriel Moral
Psicólogo sanitario especializado en inteligencia emocional y psicología positiva.