¿Por qué no tengo ganas de nada?

No tener ganas de nada puede ser normal e incluso necesario, especialmente si tenemos rutinas muy demandantes y no paramos en todo el día. En ese caso, la falta de energía podría estar relacionada con la necesidad de descansar y de recuperarnos.

Sin embargo, si el descanso no es suficiente para recuperar la falta de energía y motivación y si, además, se extiende en el tiempo y sentimos cierta desilusión por la vida, es posible que haya otros factores que expliquen por qué nos encontramos así, y no sea por la falta de descanso.  

 ¿Qué puede haber detrás de la falta de motivación?

A continuación, comentamos cinco aspectos que pueden estar relacionados con la falta de motivación por hacer cosas. Quizás te den alguna idea de lo que te puede estar pasando.  

Uno o varios aspectos de nuestra vida no van bien

La falta de motivación puede relacionarse con que no estemos satisfechos, por ejemplo, con las condiciones de nuestro trabajo (carga de trabajo, contenido, salario, reconocimiento, relaciones…); con que estemos viviendo conflictos familiares (problemas de pareja, conflictos con la familia, discusiones con amistades…) Estas circunstancias mantenidas en el tiempo pueden agotar nuestra energía. En ese caso, el malestar que sentimos nos está avisando de que necesitamos algún cambio o solucionar los conflictos.

Ausencia de actividades de ocio o placenteras

A veces a los adultos se nos olvida la importancia de tener tiempo libre que suponga algún tipo de disfrute y distracción. Algo que es especialmente importante si en nuestro día a día, entre el trabajo y la familia, tenemos muchas responsabilidades. Dedicar tiempo a realizar alguna actividad que nos guste es necesario para “recargar las pilas”.

Grandes cambios

Cuando experimentamos un cambio significativo en nuestras vidas, como comenzar un trabajo nuevo, tener hijos, cambiar de lugar de residencia, etc. Al principio, hay un periodo de adaptación que puede suponer un esfuerzo intenso, a lo que hay que sumar una posible sensación de pérdida por lo que se ha dejado atrás. Esto puede llevarnos a un estado de agotamiento y de falta de energía. En ese caso, será importante que ajustemos expectativas, bajemos la autoexigencia y detectemos qué nos puede ayudar a afrontar ese cambio desde el autocuidado respetando nuestro ritmo.

Ansiedad y preocupaciones intensas

Si somos personas tendentes a anticipar y a ponernos en el peor escenario posible, tras un periodo prolongado de preocupaciones intensas, podemos empezar a sentir que nuestro estado de ánimo empeora, y tener menos ganas y motivación para hacer cosas.

Problemas de sueño

Si dormimos pocas horas porque nos cuesta conciliar el sueño, o porque nos despertamos muchas veces y no podemos volver a conciliar el sueño, es fácil que al día siguiente nos sintamos somnolientos y con pocas ganas de hacer cosas. Sentirnos descansados es importante para mantener una buena motivación y energía.

Algunas de las circunstancias que hemos descrito anteriormente pueden llevarnos a experimentar un estado de ánimo bajo y falta de motivación por hacer cosas. Por ello, es importante que si empieza a influir en el desarrollo de vuestra vida cotidiana, os planteéis pedir ayuda profesional que os ayude a trabajar en el origen de vuestro malestar para volver a encontraros mejor.

María Hernández Guzmán. Psicóloga clínica, especializada en habilidades de regulación emocional.