Por qué castigar a tu hijo no sirve de (casi) nada

Muchos padres y madres se preguntan por qué, a pesar de castigar a sus criaturas cuando se portan mal, éstas mantienen ese comportamiento inadecuado de manera recurrente. “No aprende”. En este post vamos a explicaros por qué castigar a tu hijo o hija no sirve para casi nada. Castigar es poco eficiente para modificar su comportamiento si no lo acompañamos de otras acciones. 

El sistema de premios, o refuerzos, y castigos no sólo influye a los niños y niñas, sino que nos atraviesa continuamente a lo largo de la vida. Cuando obtenemos un refuerzo, las probabilidades de que repitamos esa conducta en un futuro aumentan. Si recibimos un castigo disminuyen.

Los refuerzos nos generan sensaciones agradables (físicas y/o emocionales) y los castigos sensaciones desagradables (físicas y/o emocionales) y estas sensaciones pueden aparecer tanto cuando recibimos estímulos como cuando nos los quitan. Es decir, las sensaciones agradables pueden aparecer tanto si nos dan algo que nos gusta (refuerzo positivo), como si algo que no nos gusta desaparece (refuerzo negativo). Lo mismo ocurre con el castigo, las sensaciones desagradables pueden aparecer tanto si nos dan algo que no nos gusta (castigo positivo) como si nos quitan algo que nos gusta (castigo negativo).

Por ejemplo, si en una reunión de trabajo tienes una idea y cuando vas a exponerla te invade el miedo, puede que decidas no decir nada. Tomada la decisión de no actuar, desaparece la sensación desagradable de miedo. En este caso el alivio experimentado al desaparecer el miedo ejercerá de refuerzo negativo que seguramente provocará que, si no afrontas el miedo, en un futuro sea más probable que descartes la posibilidad de exponer cualquier idea en ese foro.

En lo que se refiere a la educación de los niños y niñas, cuando queremos modificar ciertas conductas, podemos optar por el castigo, pero normalmente no es suficiente porque con el castigo extinguimos conductas, es decir, les estamos diciendo lo que no queremos que hagan, pero no cuál sería el comportamiento que queremos que realicen. Para modificar de un modo más eficiente una conducta debemos prestar especial atención en reforzar la conducta que queremos que aparezca y se repita, más que en castigar la que queremos que no se repita. Además, la psicología conductual ha demostrado de un modo muy consolidado que el sistema de refuerzos es mucho más eficiente y duradero en la modificación de las conductas que el sistema de castigos.

Castigos y recompensas adecuados

Es importante tener en cuenta también que, cuanta más relación tenga el refuerzo o el castigo con la conducta que queremos modificar, más condicionamiento habrá, es decir, mayor fuerza modificadora tendrá el refuerzo o castigo. Tienen que ver el vínculo entre la conducta y la consecuencia para que sea eficiente. Por ejemplo, no tiene mucho sentido castigarles sin cromos por no haber querido comerse las lentejas, ya que cromos y lentejas no tienen relación entre sí.

Por ejemplo, si estando en el parque nuestro hijo o hija pega una patada a otra criatura podemos castigarle yéndonos a casa y sin bajar al parque al día siguiente. Pero si no le mostramos y reforzamos otra manera de hacer las cosas, ese comportamiento u otros también problemáticos seguirán apareciendo. Debemos enseñar una alternativa y reforzarla cada vez que la realice.

Si queremos que resuelvan sus conflictos a través del diálogo, tenemos que dialogar con ellos y ellas; y debemos dar ejemplo también al resolver nuestros propios conflictos. No podemos olvidar que las criaturas aprenden de nuestras explicaciones, pero, sobre todo, aprenden por imitación.

Gabriel Moral Marcos. Psicólogo general sanitario, especialista en terapias de tercera generación, estrés y ansiedad, regulación emocional y salud laboral.
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Llamar: 633 39 87 33