En la actualidad, escuchamos con más frecuencia de la que nos gustaría los términos ansiedad y estrés. A veces incluso los usamos como sinónimos, porque están muy relacionados, pero ¿es lo mismo experimentar estrés que ansiedad? No exactamente.
El estrés y la ansiedad son similares en los efectos negativos que provocan, especialmente en las sensaciones de amenaza y falta de control que nos desbordan y nos producen agotamiento, malestar e irritabilidad. Sin embargo, el estrés y la ansiedad no son lo mismo, y en este texto vamos a tratar de explicar las diferencias, atendiendo al origen y a la duración:
Diferencias entre el estrés y la ansiedad atendiendo a las causas
El origen del estrés suele ser más fácil de identificar. Aparece cuando, ante una situación, pensamos que no poseemos, o en realidad no poseemos, los recursos necesarios para hacerle frente. Es decir, cuando nos sentimos superados porque no tenemos los medios suficientes para alcanzar un determinado objetivo. Por ejemplo, cuando tenemos mucha carga de trabajo e identificamos que no tenemos tiempo suficiente para asumirla. Lo que desencadena una respuesta de estrés está más relacionado con esas circunstancias externas que nos sobrepasan.
La ansiedad, por su parte, puede aparecer tras una reacción de alerta, aunque el origen puede ser más difuso y suele estar más relacionado con la sensación de amenaza, con miedo o preocupación. Normalmente ocurre cuando anticipamos que algo negativo va a ocurrir. Por ejemplo, si pensamos que vamos a perder el trabajo, o que vamos a desarrollar una enfermedad. Los factores que desencadenan la respuesta de ansiedad suelen ser internos, como pensamientos catastróficos que prevén la peor situación, generándonos angustia y miedo. No siempre tiene por qué haber algo negativo en nuestra vida, la ansiedad se relaciona más con nuestra interpretación de lo que puede ocurrir. Además, cuando sentimos ansiedad, a veces nos puede costar identificar el origen.
Diferencias entre el estrés y la ansiedad en función de la duración y el momento temporal
El estrés suele finalizar cuando la situación estresante desaparece o se ha superado. Por ejemplo, ante una oposición, el estrés normalmente finalizaría al terminar el último examen. En cambio, la ansiedad tiende a permanecer en el tiempo, pues se asocia a preocupaciones sobre el futuro. Siguiendo con el ejemplo anterior, la persona al acabar los exámenes de la oposición sentiría ansiedad al pensar que podría haberlo hecho mejor, al cuestionarse si encontrará plaza en el destino que quiere, si sería capaz de volver a estudiar si suspende… estos pensamientos podrían mantener unos niveles de ansiedad elevados a pesar de haber terminado los exámenes.
Aunque puede volverse crónico, si por ejemplo la persona se enfrenta a una carga de trabajo más elevada de la que puede asumir durante un largo periodo de tiempo, el estrés suele desencadenarse o manifestarse en el presente. Sin embargo, la ansiedad podría aparecer una y otra vez al anticipar preocupaciones de otros momentos temporales.
En ambos casos, cuando la ansiedad o el estrés que experimentamos nos crean mucho malestar, puede ser muy recomendable que busquemos ayuda profesional para evitar que interfieran significativamente en nuestra vida.
Post publicado por:
María Hernández
Psicóloga especializada en habilidades de regulación emocional.