Cómo volver de las vacaciones sin morir en el intento

Para muchas personas, el final del mes de agosto es también el fin de las vacaciones y el comienzo de un nuevo curso. Solemos escuchar hablar de depresión postvacacional. En este artículo vamos a tratar de entender por este proceso se puede hacer especialmente difícil y repasaremos seis pistas sobre cómo volver de las vacaciones sin morir en el intento.

¿Por qué se suele hacer difícil la vuelta de vacaciones?

En primer lugar, debemos tener en cuenta que durante el periodo vacacional experimentamos muchos cambios en nuestras rutinas. Por ejemplo, el horario de las comidas suele ser diferente, el tipo de alimentación que realizamos, las pautas de sueño suelen alterarse, las actividades deportivas y de ocio también suelen ser distintas, la frecuencia de las relaciones sociales que tenemos… Incluso el lugar y el clima en el que estamos suele diferir del que tenemos en nuestra residencia habitual.

Después viviremos un periodo de adaptación en el que volver a retomar las rutinas habituales. Rutinas que, además de ser diferentes, suelen ser más exigentes que las que mantenemos durante las vacaciones.

Otro aspecto a tener en cuenta y que nos ayuda a explicar por qué la vuelta a la rutina se hace tan pesada, es que la frecuencia de actividades placenteras y de ocio que realizamos durante las vacaciones suele ser mayor que habitualmente. A esto hay que sumar el descanso mental y físico que supone no tener que trabajar, y que se suele acabar con el mes de agosto.

En definitiva, los cambios de rutina, junto con la disminución de las actividades agradables y el aumento de las responsabilidades, puede hacer que el periodo postvacacional no sólo nos resulte complicado, sino que influya además en nuestro estado de ánimo, e incluso que experimentemos ansiedad, especialmente si tenemos trabajos o rutinas exigentes.

¿Qué podemos hacer para que la vuelta al trabajo sea más llevadera?

  1. Planificar actividades agradables. La vuelta de las vacaciones no debe significar dejar las actividades de ocio de lado. Organízate para dedicar una parte de tu tiempo libre a tus hobbies: paseos, encuentros con amigos, cine… Cuantas más responsabilidades tenemos, más importante es que tengamos tiempo de disfrute y desconexión.
  2. Reservar tiempo de descanso. Es importante tener tiempo para descansar en el que no tengamos que hacer algo necesariamente, ya que nos permite “recargar las pilas”. ¿Qué pasaría si un coche estuviera permanentemente en funcionamiento? El motor se estropearía, se quedaría sin gasolina… Lo mismo nos pasa a las personas, necesitamos tiempo de descanso para recargar energía, especialmente si tenemos rutinas exigentes.
  3. Cuidar la alimentación. Lo que comemos influye en cómo nos encontramos. Prioriza comida nutritiva y reduce alimentos ultraprocesados. Cada vez hay más investigaciones que demuestran cómo la microbiota influye en el estado de ánimo.
  4. Centrarte en el presente e intentar no anticipar. Ve día a día y focalízate en lo que estés haciendo en cada momento. Cuando sientas que tu mente se dispersa en preocupaciones, amablemente redirige la atención hacia la actividad que estés realizando.
  5. Realizar actividad física. Está ampliamente demostrado que la actividad física influye en el estado de ánimo y ayuda a rebajar el estrés. De manera natural, nos ayuda a sentirnos mejor.
  6. Realizar el “minuto mindfulness”. Cuando sientas estrés o ansiedad, puedes pararte durante un minuto y respirar de manera consciente. Cuenta 5 exhalaciones e inhalaciones focalizando tu atención en cómo entra el aire por tus fosas nasales y sale por tu boca. Si lo prefieres, puedes hacer el minuto mindfulness a través de estiramientos: focaliza la atención en tu cuerpo y ve estirando muy despacio las partes en las que sientas tensión: cuello, hombros, espalda… Siente como fluye la tensión y va desapareciendo.
María Hernández Guzmán 
Psicóloga clínica, especializada en habilidades de regulación emocional.