Emociones
¿Cómo podemos gestionar nuestras emociones?
Los acontecimientos vitales estresantes (un atasco, una discusión con mi pareja, un informe con plazo de entrega ajustado…) están presentes en la vida de todas las personas provocándonos estados emocionales que en ocasiones consideramos molestos o desagradables.
Hace poco veíamos qué son las emociones y para que sirven. Puedes consultarlo aquí.
Existen distintas estrategias que podemos poner en práctica para gestionar nuestras emociones. James Gross muestra en sus trabajos una recopilación bien organizada de las estrategias más eficaces para moderar la intensidad y los efectos adversos de estas experiencias emocionales.
- Selección de la situación. Ante situaciones estresantes puedo tomar decisiones y elegir en qué condiciones me expongo a esas situaciones. Por ejemplo, la noche antes de un examen importante podemos decidir ir a cenar con una amiga que siempre me hace reír en vez de irnos a la biblioteca a una última sesión de estudio con otros compañeros nerviosos.
- Modificación de la situación. En la cena antes de nuestro importante examen si nuestra amiga nos pregunta qué tal llevamos el examen le podemos decir que preferimos hablar de otras cosas.
- Dirección de la atención. Las situaciones que vivimos presentan distintos aspectos y puedo elegir en cuál de ellos centrarme. Si de vuelta a casa me viene a la cabeza el examen puedo distraerme cantando en mi cabeza una canción que me gusta mucho.
- Redefinición cognitiva. Las situaciones estresantes que vivimos también pueden tener distintos significados. Otra de las estrategias de regulación emocional es elegir qué significado le damos a estas situaciones. Antes del examen puedo pensar que “es sólo un examen y que no es una prueba de mi valía personal” en vez de pensar que “me juego mucho y que si fallo decepcionaré a mucha gente.
Numerosos estudios demuestran que este tipo de estrategias disminuyen la experiencia de “desagrado” o “malestar” que experimentamos ante las situaciones mencionadas; reducen la expresión de emociones “negativas” sin reducir la expresión de emociones “positivas” lo que tiene un efecto favorable en nuestra salud (al modular los niveles de presión arterial, entre otros), y también un efecto favorable sobre nuestras relaciones sociales.
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