La tristeza sirve para ayudarnos en nuestro desarrollo personal, sin embargo, al ser una emoción desagradable, nos suele generar rechazo. La sociedad en general y las redes sociales en particular tratan de imponer como modelo la “vida perfecta”. Sólo se muestran las experiencias de felicidad plena. Es engañoso y puede ser frustrante, pero además esto hace que olvidemos que la tristeza también tiene su utilizad. La tristeza es otra de esas emociones desagradables que no queremos sentir, o que tendemos a rechazar con frecuencia y que, sobre todo, no nos gusta mostrar a los demás.
Sin embargo, la tristeza no es solo una emoción que nos hace llorar o que nos hace no querer salir de la cama. Además, la tristeza busca nuestro desarrollo y pretende que alcancemos un estado mejor al que tenemos cuando la sentimos. La tristeza es motor de reflexión, de comunicación y, sobre todo, facilita la búsqueda de soluciones ante una situación difícil.
¿Cómo nos ayuda la tristeza?
Por un lado, cuando sentimos tristeza, disminuye nuestro nivel funcional. ¿Esto qué quiere decir? No pensamos de una manera clara, por lo que tendemos a aislarnos del entorno para poder pensar y reflexionar de manera autónoma sobre esa circunstancia que nos hace sentir mal. Regular nuestro nivel de activación, reduciéndolo y relajándonos, facilita que desde un estado más pausado podamos focalizar la atención en nosotros y nosotras mismas.
Por otro lado, la tristeza predispone a la introspección, es decir, nos ayuda a analizarnos y, por lo tanto, nos ayuda a restaurarnos y a pensar cuáles están siendo nuestros errores.
Y, por último, la tristeza facilita el apoyo social. Expresar tristeza a través del llanto o a través de nuestra cara, hace que las personas que más nos quieren se acerquen para cuidarnos, con lo que se refuerzan los vínculos sociales.
La tristeza como emoción tiene una fuerte función protectora para la propia persona y para los apoyos sociales. Hace que tengamos un tiempo muy valioso para nosotros mismos, para reponernos, cargarnos de energía y superar una situación complicada.
Las emociones no son ni positivas ni negativas, pero sí es verdad que algunas son más agradables que otras. Lo único negativo de las emociones está en guardarlas y no manifestarlas. Para hacer una buena gestión emocional, hay que empezar preguntándose honestamente qué estamos sintiendo y por qué.