Una de las tareas más importantes de quienes lideran grupos de trabajo es saber motivar a las personas que los conforman. Mantener la motivación en el ámbito laboral no siempre es sencillo, por eso, en este post vamos a recopilar algunas de las claves más importantes para lograr esa motivación que tan importante es para el rendimiento.
Para empezar, debemos tener en cuenta que existen tres tipos de motivación personal, que funcionan a distintos niveles y que, por tanto, debemos conjugar para obtener buenos resultados. Centrarse sólo en uno de los tipos de motivación suele ser poco efectivo en el largo plazo.
Las necesidades fisiológicas: este sería el nivel más básico de motivación personal. Necesitamos satisfacer, por ejemplo, nuestra hambre y nuestra sed. De lo contrario, nuestra atención se enfoca casi exclusivamente en cubrir estas necesidades.
La motivación extrínseca: Solemos hacer o dejar de hacer determinadas cosas pensando en las consecuencias que esa acción vaya a tener, o en la recompensa que nos puede reportar.
Este tipo de motivación, que es la que se ha utilizado tradicionalmente en las empresas, trata de orientar los comportamientos asignando consecuencias positivas y negativas a cada uno de ellos.
Por ejemplo: asignando pluses o medidas disciplinarias a los y las trabajadoras. Es un sistema de penalización o recompensa.
Sin embargo, la motivación extrínseca solo es verdaderamente efectiva en el corto plazo: cuando desaparece el incentivo —la recompensa o sanción externa que esperamos— tendemos a desmotivarnos rápidamente.
En el largo plazo, este tipo de motivación personal no es suficiente para mantener el foco de una organización o de un equipo, ni la ilusión en un proyecto de emprendimiento que puede requerir años de esfuerzo sostenido. Por ejemplo, el dinero y el reconocimiento, una vez alcanzado un cierto nivel, pierden rápidamente su efecto motivador.
Aunque la remuneración económica es imprescindible, este no debe ser el único motor en el trabajo o en nuestro negocio porque, si lo es, un día podemos encontrarnos en medio del camino preguntándonos qué hacemos allí, y si lo que hacemos tiene algún sentido para nosotros o para nosotras.
La motivación intrínseca: Cuando la motivación procede de nuestro interior, cuando nace de un interés íntimo y personal por lo que hacemos, entonces sí somos capaces de mantener la concentración y el esfuerzo en el medio y largo plazo. La motivación intrínseca es lo que sentimos cuando estamos verdaderamente conectados con lo que hacemos. Y es una motivación enormemente poderosa, porque nace de lo más profundo de nosotros y nosotras.
La motivación intrínseca es un catalizador. Un liberador de poder. Según el profesor Richard M. Ryan, de la Universidad de Sydney, podemos definir la motivación intrínseca como “una inclinación natural a la exploración, el interés espontáneo y el dominio del entorno que nacen de nuestra tendencia innata a mejorar, y de la experiencia de satisfacer nuestras necesidades psicológicas. Es la principal fuente de disfrute y vitalidad a lo largo de la vida”.
En los últimos años, la teoría de la autodeterminación desarrollada por el mencionado profesor Ryan y por Edward L. Deci, ha identificado tres necesidades psicológicas básicas:
- Autonomía: el deseo de ser el actor/actriz de tu propia vida y actuar en armonía contigo mismo/a.
- Competencia: la sensación de ser capaz de controlar tu entorno, tus relaciones y, hasta cierto punto, tus resultados.
- Relación: el deseo de interactuar y estar conectado con otros y otras.
Pues bien: la motivación intrínseca nace cuando estas tres necesidades psicológicas son satisfechas. Es sentir que tomas tus propias decisiones, que estás a la altura de los retos que te propones, y que te mantienes conectado con los demás.
La motivación intrínseca tiene una relación íntima con aquello que da propósito a nuestra vida, incluso en las circunstancias más adversas. Cuando lo que haces tiene verdadero sentido para ti (cuando conoces tu porqué), aprendes con pasión, te desarrollas y asumes riesgos controlados. Parece que todo cuesta menos esfuerzo. Buscas nuevos retos, porque quieres crecer.
Sin embargo, la motivación intrínseca, por sí sola, tampoco es suficiente. Por eso, como decíamos más arriba, es importante mantener cubiertos todos los niveles de motivación de las personas con las que trabajamos. Por supuesto las necesidades fisiológicas deben estar cubiertas: no se trabaja bien con hambre, sed, o sueño, por ejemplo. Además, combinar la motivación intrínseca y la extrínseca de manera equilibrada es importante para la satisfacción de quien trabaja y, por tanto, para optimizar su rendimiento.
Post publicado por:
Gabriel Moral
Psicólogo sanitario especializado en inteligencia emocional y psicología positiva.