Por qué darle autonomía a tu equipo aumentará su rendimiento

La sensación de autonomía tiene un poderoso efecto sobre el rendimiento y la motivación. Muchas empresas que miran al futuro están descubriendo el papel fundamental que juega la autonomía en la motivación y la productividad sobre cuatro aspectos del trabajo: lo que la gente hace, cuándo lo hace, cómo lo hace y con quién lo hace. Autonomía en la tarea, autonomía en el tiempo, autonomía en la técnica y autonomía en el equipo.

El control lleva a la obediencia; la autonomía, sin embargo, lleva al compromiso. Esta distinción nos acerca al segundo elemento de este tipo de conducta: el deseo de mejorar y perfeccionarnos en algo que nos importa. Hace unos años las empresas buscaban obediencia en sus trabajadores y trabajadoras. Actualmente, las empresas exitosas buscan compromiso porque sólo a través del compromiso podemos llegar a dominar nuestro trabajo.

La autonomía y el dominio son fundamentales, pero para un equilibrio adecuado necesitamos una tercera pata: la finalidad, que es la que aporta el contexto. Una persona a la que se le permite trabajar con autonomía, tiende a buscar alcanzar el dominio, y rinde a niveles muy altos, pero quienes lo hacen al servicio de un objetivo superior pueden lograr todavía más y estar todavía más motivadas. Las personas más profundamente motivadas, más productivas y más satisfechas, son las que asocian sus deseos a una causa más importante que ellas mismas.

La ciencia demuestra que los motivadores típicos del siglo XX—que utilizaban la técnica del palo y la zanahoria—a veces pueden funcionar, pero que sólo son eficaces en un número reducido de circunstancias. Las gratificaciones del tipo “si A entonces B” no sólo son ineficaces en muchas situaciones, sino que, además, pueden mermar capacidades creativas fundamentales para el progreso socioeconómico. La ciencia revela que el secreto de un rendimiento óptimo no radica en nuestro impulso biológico ni en nuestro impulso ante el premio o el castigo, sino en nuestro deseo, profundamente arraigado, de dirigir nuestras propias vidas, de extender y expandir nuestras capacidades y de vivir una vida que tenga una finalidad.

Los seres humanos somos conscientes de que nuestro destino no es ser entes pasivos y obedientes. Las personas estamos diseñadas para la actividad y el compromiso, y sabemos que las experiencias más enriquecedoras de nuestra vida no ocurren cuando buscamos la aprobación de los demás, sino cuando escuchamos nuestra propia voz, hacemos algo que nos importa, lo hacemos bien y nos ponemos al servicio de una causa que va más allá de nosotros y nosotras mismas.

Por eso, si incorporamos a un determinado proyecto a personas capaces y comprometidas con él, tutelarlas en exceso puede ser contraproducente. Dejarles autonomía para decidir las tareas, los tiempos de ejecución de las mismas, las técnicas, y el equipo con el que llevarlas a cabo, aumentará tanto su satisfacción como su rendimiento.

Post publicado por:

Gabriel Moral

Psicólogo sanitario especializado en inteligencia emocional y psicología positiva.