10 cosas que puedes hacer para evitar la fatiga pandémica

¿Cómo evitar el estrés de la pandemia?

Aunque los sentimientos y las posturas han sido diversos y han ido mutando a lo largo de los meses que ya dura la pandemia -miedo, resignación, sorpresa, enfado hay un estado que nos ha acompañado desde el principio: el estrés. De hecho, el estrés ha sido el causante de la fatiga pandémica que el 40% de la población española está experimentando en estos momentos.

El estrés es un mecanismo que se pone en marcha cuando vivimos una situación altamente demandante. Es decir, ante una situación a la que tenemos que dedicar muchos recursos físicos y mentales. La consecuencia es que nos tensamos para tratar de superar de la mejor manera posible ese problema al que nos enfrentamos. Por lo tanto, tiene una utilidad: nos ayuda a reaccionar. Ahora bien, si el problema que despierta esta respuesta de estrés se mantiene en el tiempo, nos vamos desgastando física y mentalmente, con lo que cometeremos cada vez más errores y nos volveremos más vulnerables a los daños que esa situación pueda ocasionarnos.

En este caso, el problema ha sido -está siendo- la pandemia. Llevamos viviendo en una situación de estrés desde hace más de un año. Además, ese estrés se ha combinado con otros de tipo más personal que teníamos previamente, generando como resultado una auténtica bomba de relojería para nuestra salud mental. Es un círculo vicioso: cuanto más tiempo dure el estrés, más fatiga habrá y, consecuentemente, más cansancio, agotamiento e irritabilidad, unido a menos ganas de cumplir con las medidas sanitarias.

La gestión de la pandemia se nos hace cuesta arriba porque es como si tuviéramos que correr una maratón sin saber cuándo acaba ni cómo dosificar nuestras energías. Sin embargo, es importante que sigamos manteniendo las precauciones necesarias para evitar el contagio. Por eso, además de la recomendación de cuidar y mantener nuestros hábitos, hoy os traemos algunos consejos para vuestro bienestar emocional.

  1. Normaliza lo que sientes. Muchas personas estamos sintiendo irritabilidad o baja tolerancia a la frustración. La sensación de culpabilidad por no estar al 100% también es habitual y no ayuda en absoluto. Necesitamos no pelearnos con lo que nos ocurre. Identificar estos estados de ánimo es el primer paso para reducirlos.
  2. Afronta el hecho de que la pandemia no es un paréntesis. Nos estamos equivocando pensando constantemente en la pandemia como una emergencia, porque tiene temporalidades que van más allá del peligro del colapso sanitario. De ahí que la nostalgia resulte estéril, al igual que la espera pasiva. Lo perdido ya es irrecuperable como tal.

Este enfoque no es negativo. De hecho, nos permite hacer nuevos planes ajustados a las posibilidades, pero más orientados a la resonancia -conectar con nuestros deseos y ganas- que a la aceleración -producir y rendir sin obstáculos.

3. Recupera el control. Al haber afrontado la pandemia como algo con fecha inminente de caducidad, la mayoría aplazamos algunos proyectos, como estudios, viajes, celebraciones o negocios. Lo hicimos pensando que más adelante volveríamos a pulsar la tecla y recuperaríamos el control. Lo cierto es que esa pantalla de la pausa ya pasó y ahora se trata de recuperar el control con otras perspectivas, no de continuidad, sino de cierta ruptura con lo anterior.

De ahí que resulte positivo aceptar que hay cosas que ya son irrecuperables.

4. Permítete el tiempo improductivo. Todas las presiones a las que nos somete la situación actual parecen robar el espacio de todo aquello que no sea trabajo o cuidado de la familia. Sin embargo, es clave incluir en nuestro día a día un tiempo para lo improductivo.

Lo “inútil” es el resorte del juego infantil. Eso que divierte, enseña, mata el tiempo y, aunque aparentemente no sirve de nada, produce placer. En estos tiempos, el placer no sobra y el ocio alivia la presión.

5. Separa el trabajo y el hogar. Vivir y trabajar en nuestros hogares redunda en un estado de multitarea inmersiva. En general no tenemos entornos separados para las labores del trabajo y las del hogar, por lo que éstas acaban mezclándose. Esto supone una exigencia añadida para nuestro sistema de control, que experimentamos como un esfuerzo.

Los costes de la multitarea son particularmente severos para quienes tienen criaturas a su cargo. Es imprescindible, de alguna manera, poner límites y encontrar el equilibrio para evitar que se mezclen ambos mundos. Cumplir estrictamente con los horarios laborales, por ejemplo, o elegir un rincón de la casa específico para trabajar, y sólo para trabajar.

6. Evita el quejismo. Tenemos que aprender a utilizar un dialogo interno que nos permita adaptarnos a la situación. Es importante relativizar, y hacer una valoración justa de nuestras circunstancias. Esto no significa que no podamos quejarnos, simplemente quiere decir que no es saludable dramatizar más de lo necesario.

7. Evita el doomscrolling. La tendencia a consumir historias negativas es tan habitual que se ha inventado un término para denominarla: doomscrolling. Se trata de un estado en el que podemos caer inconscientemente.

Sin embargo, es importante darnos un descanso psicológico. Ponernos a dieta de noticias que nos dañan. Nuestro bienestar debe ser un objetivo prioritario, por lo que puede ser un buen momento para desconectarnos de ciertas redes o de programas de televisión que nos agotan o nos enfadan. También necesitamos descansar de nuestras relaciones. Tenemos que reducir ciertas conversaciones en torno a la covid-19 o al miedo. Esto no significa negar su existencia ni olvidarnos de su peligro, sino de no alimentar mensajes que acentúen el desgaste.

8. Evita el día de la Marmota. Trata de romper con esa sensanción de que “todos los días son iguales”. Planifica actividades diferentes durante la semana. Encontrar y aprovechar esos tiempos libres y planificar ocio dirigido y acordado, puede ser una buena estrategia para confrontar la monotonía.

9. Con el cambio al teletrabajo, nos hemos visto obligados a cambiar nuestro estilo de relacionarnos con los compañeros y compañeras. Es posible que hayan aparecido sentimientos o necesidades de volver al estilo de relación anterior. Es importante no permanecer en “estado de espera” deseando que vuelva aquel método de trabajo donde se compartían espacios de trabajo. Encuentra con tus compañeros espacios alternativos donde poder mantener esa relación de apoyo dentro de tu organización. Reuniones virtuales, llamadas, etc…

Es posible que también aparezcan pensamientos irracionales del tipo “no me ven trabajar” que repercutan en el estado de ánimo. Hay que reducir esas sensaciones a través de pensamientos más objetivos del tipo “estoy cumpliendo con mi tarea”, “estoy rindiendo dentro de las posiblidades”, “estoy satisfecho con mi trabajo” de índole más interna y controlable.

10. Evita decir “No me apetece quedar con nadie”. Este estado de ánimo bajo que repercute en nuestra manera de relacionarnos con nuestra red de amistades se combate únicamente con actividad, con el esfuerzo por realizar actividades que nos agraden o nos hagan sentir bien. Es posible generar alternativas de ocio dentro de las restricciones, y es muy importante dedicar espacios para la relación.

Post publicado por:

Julio Escudero Villegas

Psicólogo general Sanitario. Experto en creatividad, adolescencia, juventud y personas adultas.